Esta imagen la capturé admirando la fortaleza y las ganas de vivir que posee esta pequeña margarita, crecida y desarrollada en una pequeña grieta del asfalto, tocando al bordillo de una calle cualquiera, a merced de ser pisada en cualquier momento por una rueda.
Una de tantas imágenes que en un momento me impactan y mas tarde las elimino y pasan al olvido y a la nada.
Esta imagen la conservé porque a parte de la margarita superviviente, al fondo aparece mi pequeña Nala, también superviviente de una grave enfermedad de corazón y pulmones contra la que luchaba día a día y minuto a minuto por sobrevivir, a base de toda clase de medicamentos que cada 8 horas (incluidas las que le tocaban a las 3 de la madrugada) le administraba cuidadosamente y con mucho mimo Lucía y cuando me tocaba, yo mismo.
Nala a muerto hoy.
Si te digo que he perdido una hija quizás no lo comprendas, te burles.
Nala ha sido como una buena hija, muy obediente, siempre atenta, queriéndonos muchísimo y nosotros igualmente a ella.
Dificil es entender como podemos llegar a querer tanto a un animal y convertirlo en algo tan familiar, muy nuestro.
No hace falta entenderlo. Esto es algo personal.
Nala, los animales no resucitan (dicen) ni tienen esperanza de vivir de nuevo en la Tierra.
Tu si, porque eres una niña, mi niña Nala.
Y existe esa esperanza.
Hasta pronto niña.