A tus facciones de manzana y cera:
Carmen, fruto a los pájaros prohibido,
congelado en el alba y escogido
por una mano de oro en primavera.
Hueles a corazón de trigo y era,
suenas a nido, suenas a sonido,
sabes...no sé a qué sabes, y he sabido
que nunca he de saber lo que quisiera.
Miras como los ojos del relente:
fríamente febril y distraída,
entre flores y frutos la mirada.
Hablas como el silencio y una fuente:
calladamente, y andas por la vida
temerosa de flechas y de nada.
Miguel Hernández
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